Se necesitaría un libro de mil páginas para asentar todas las definiciones, intenciones, cualidades, defectos, capacidades y limitaciones de orden físico, moral e intelectual que le achacan al presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump.
En los medios políticos, en los medios económicos, en los medios sociales, en los medios militares, en los medios religiosos se plantean discusiones sobre sus intenciones en el mundo y en Venezuela, y sobre todo sobre sus intenciones con respecto a nuestro país, al régimen que usurpa el poder, el respaldo que pueda dar o negar a los verdaderos demócratas, con cualquier tipo de razones para hacer o dejar de hacer.
Lo que observo en la mayoría de esos análisis es que tratan de ponerse el analista en el cerebro de Trump, con una información muchísimo más limitada de la que por supuesto él puede tener, para llegar a conclusiones a las que desean llegar, interpretando cada una de sus palabras fuera de contexto para subrayar sus argumentos.
Ese enfoque, por supuesto, lo que logra son interminables horas de discusión sin llegar a ninguna conclusión práctica que se pueda aplicar a lo que queremos.
Creo que el enfoque adecuado es al revés, es decir:
Siendo el presidente Trump el individuo más poderoso del mundo, e indudablemente teniendo la capacidad de ayudarnos a salir del régimen, es un poderoso elemento sobre el cual debemos intentar actuar para inclinarlo a nuestro favor, logrando acciones específicas que vayan acabando con las bases de apoyo del régimen.
No se trata de una actitud pasiva, esperando que Dios o los santos lo iluminen para que actúe en nuestro favor.
De ninguna manera se trata de que actuemos como focas, aplaudiendo las acciones que realice en todos los ámbitos en los que actúa, como fans de una estrella de rock.
Tampoco de convertirnos en los jueces de la calidad moral o intelectual de sus actuaciones, pues ese no es nuestro oficio.
El santo grial
De lo que se trata es del ABC del liderazgo político; es primero que nada crear relaciones interpersonales apropiadas con el presidente Trump y su equipo, la cual permita hacer llegar toda información relevante que los ayude a entender lo que está ocurriendo día a día en nuestro país, que se le señale la problemática para su país y para el nuestro de mantener al régimen el poder, y que se le soliciten aquellas acciones específicas que queremos que sean realizadas por parte de ellos.
Es lo que para nosotros debe ser Trump, y es como debemos verlo la mayoría de los venezolanos: como un recurso indispensable para acabar con la dictadura, al que hay que hacerle oír lo que queremos y que haga lo que sabemos que es efectivo para derrocar el régimen.
Eso es el trabajo que tenemos todos los venezolanos, hacer oír nuestra voz por parte del presidente de los Estados Unidos y de su equipo de trabajo, y darle ideas que todo lo que contribuya a salir del régimen.
El resto, sus cualidades físicas o morales, sus intenciones, su conducta en otros ámbitos políticos o militares o sociales, no deberían ser problema nuestro, y acaso un tema de conversación que sirve para valorar a quién lo defiende o ataca, de acuerdo a los argumentos políticos, económicos o éticos que se esgriman.
Lo que sí es indispensable es que nuestro gusto o disgusto personal lo apartemos a la hora de expresarnos públicamente sobre su persona o su equipo de gobierno, pues eso sí puede dañarnos.
Y me refiero especialmente a aquellos venezolanos que viven en el extranjero y residen en Estados Unidos, muchos con doble ciudadanía, que participaron y fueron testigos de la reciente lucha política norteamericana en la que triunfió Trump, y aprendieron y repiten los argumentos en pro o en contra de su gobierno.
Si hablas a favor del Santo, es muy bueno; si estás en contra de él, te pido que no lo expreses públicamente hasta tanto y en cuanto no hayamos salido del régimen, pues cuando lo haces nos estás perjudicando al resto de los venezolanos.
¿Y por qué?
Primero, porque nos ha costado mucho que oiga al equipo liderado por María Corina, pues la descalificación o raya alcanzada por la oposición venezolana, la cual desde el interinato se convirtió en el supuesto portavoz de los venezolanos, a pesar de la ausencia total del liderazgo de sus miembros, creó la peor de las impresiones sobre quiénes éramos y qué queríamos los venezolanos.
El incumplimiento de los acuerdos hechos con el equipo anterior de Trump, el opaco manejo de los fondos y bienes requisados entregados para su administración y custodia y la vil y pobre actuación de esos líderes ante la ruptura y violación de los acuerdos de Barbados no eran precisamente generadores de confianza del nuevo gobierno norteamericano.
Pero desde hace muchos meses, inclusive años, se fue llegando con mucho trabajo y esfuerzo a cambiar un poco la percepción, al menos hasta sembrar la duda de que sí había posibilidades con otra oposición, la cual sí representaba a los venezolanos en su mayoría, que se diferenciaba en su pensamiento político y filosófico, pero sobre todo en sus valores y ética, de la mayoría de quienes habían tratado con los órganos del gobierno norteamericano.
Ese cambio se está dando aceleradamente, y los hechos demuestran que indudablemente sus intenciones son las que convienen a los venezolanos.
Entonces llegó el momento de actuar como venezolanos, de dejar nuestro ego o nuestro orgullo, o nuestra pretensión de que se respeten nuestros derechos democráticos y podamos expresar libremente nuestro pensamiento antitrumpista, pues eso no nos favorece para nada ni ayuda para nada a salir del régimen.
Eso va especialmente con los periodistas, articulistas y opinadores de oficio, venezolanos que viven en el extranjero, y por ser fanáticos de los demócratas le andan buscando la caída permanentemente a Trump, en el mejor estilo y a repetición de las líneas editoriales de los medios “wokistas”.
Aquí se aplica aquello de que si no puedes ayudarme, no me desayudes, compadre…
Facilitémonos entonces ese camino que vamos caminando. Intentemos atraer atención y su simpatía hacia la causa para acortar el camino, el cual nos llevará HASTA EL FINAL…